La salud mental constituye uno de los ámbitos en los que más discriminaciones se producen. Los prejuicios y estereotipos asociados a las personas con problemas de salud mental hacen que continúen siendo ciudadanas y ciudadanos sin pleno derecho. Se enfrentan en múltiples ocasiones a la incomprensión de la sociedad y a ideas equívocas y preconcebidas: desde la visión paternalista que no visibiliza las capacidades de la persona hasta la percepción negativa que llega a asociar violencia con trastorno mental, lo cual provoca innumerables situaciones discriminatorias que se asientan en falsos mitos y que perjudican a la persona.
Una de las consecuencias del estigma con el que viven las personas con problemas de salud mental es el difícil acceso al mundo laboral. Las elevadas cifras de paro que afectan a estas personas son una de las consecuencias de todos los prejuicios que siguen estando presentes. Continúan siendo el colectivo con menor tasa de empleo de todos los tipos de discapacidad
y así se refleja en el último informe 'El empleo de las personas con discapacidad (EPD)’ del Instituto Nacional de Estadística.
Entre los principales resultados del estudio, destaca la baja participación en el mercado laboral de las personas con discapacidad. El 34,6% de las personas de 16 a 64 años con discapacidad oficialmente reconocida en 2021 eran activos, 0,3 puntos más que en el año anterior, sin embargo, supone una tasa de 43,1 puntos inferior a la de la población sin discapacidad.
Por otro lado, la tasa de empleo de las personas con discapacidad fue del 26,9%
(frente a 66,3% para las personas sin discapacidad), con un aumento de 0,2 puntos respecto a 2020. El número de ocupados con discapacidad aumentó en 1.800 personas (un 0,3%) en 2021. El de personas sin discapacidad aumentó un 2,9%. En 2021, la tasa de paro del colectivo con discapacidad fue del 22,5%, 0,3 puntos más que en 2020. Esta tasa era 7,8 puntos superior a la de la población sin discapacidad. Además, el número de parados con discapacidad aumentó en 2.500 personas (un 1,7%) durante 2021, mientras que entre las personas sin discapacidad disminuyó un 3,2%.
Las personas con problemas de salud mental tienen derecho a participar en el trabajo de forma plena y equitativa y, a pesar de que la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad proporciona un acuerdo internacional para promover los derechos de las personas con discapacidad
(incluida la discapacidad psicosocial), también en el entorno laboral, las cifras reflejan cómo las personas con problemas de salud mental siguen siendo el colectivo con menor tasa de empleo, pues ocho de cada 10 personas con problemas mentales no tienen empleo.
Impulso al empleo
Uno de los principales obstáculos a la hora de lograr una vida plena, con cero discriminación, es el estigma. Ante estas cifras, Fundación Adiem trabaja para impulsar iniciativas relacionadas con el mundo laboral. La integración laboral es fundamental si se pretende conseguir una rehabilitación integral de las personas con problemas de salud mental. Por ello, desde la fundación pusieron en marcha el Servicio de Intermediación Laboral y Fomento de Empleo (SILFE), para favorecer la accesibilidad a los recursos formativo-laborales de personas con problemas de salud mental
que se encuentran en proceso de capacitación laboral o búsqueda activa de empleo.
Este servicio está dirigido a descubrir y potenciar la disposición para implicarse en un proyecto de inserción laboral
mediante la identificación de sus intereses y potencialidades (recursos personales en actitudes y habilidades), en consonancia con las oportunidades que brinda el mercado laboral, así como el compromiso de minimizar los déficits detectados a través de la participación en acciones de mejora de la empleabilidad. Además, cabe destacar que el número de personas que durante el año 2022 se incorporaron a trabajar fue de 22 personas (13 hombres y nueve mujeres). Y las personas que cuando entraron en SILFE ya estaban trabajando y continúan en ese puesto es de seis (tres hombres y tres mujeres).
En SILFE se trabaja, tanto a través de talleres grupales como en intervención individual, sobre los siguientes aspectos: motivación al empleo, derechos laborales, competencias digitales, preparación de entrevistas, elaboración del currículum vitae, apoyo en la formación para adquirir o mejorar habilidades sociales y laborales, competencias blandas, entre otros.