Desde la pandemia, la brecha de desempleo entre hombres y mujeres ha permanecido estable -tal y como confirman los datos del SEPE y la EPA-, situándose en los 3,3 puntos porcentuales a finales de 2022. Entre 2002 y 2009 (fruto de la bonanza económica hasta 2007 y la posterior destrucción de empleo masculino a partir de entonces), la diferencia entre ambos géneros prácticamente se neutralizó. A partir de 2013, con la recuperación del mercado laboral, comenzó a incrementarse, superando en 2016 los 3 puntos porcentuales.
Otro aspecto a tener en cuenta es la disposición para tener un empleo, que se puede medir mediante la tasa de actividad. Aquí, sí se observa un desajuste importante entre la actividad de mujeres y hombres, esto quiere decir que el mercado es más dinámico para ellos que para ellas. A largo plazo, entonces, la trayectoria profesional de aquellas personas que tienen largos periodos de paréntesis en su carrera laboral (generalmente, las mujeres) se ve perjudicada.
En este punto, sin embargo, aunque siguen existiendo notorias diferencias (diez puntos porcentuales), la brecha en la tasa de actividad de hombres (del 63,5 % en el último trimestre de 2022) y mujeres (53,8 %) ha ido cerrándose de forma progresiva.
Lo que no avanza al mismo ritmo es el número de horas trabajadas. Esto podría traducirse en trabajos poco competitivos y más vulnerables. A ello se suman las menores tasas de ocupación femenina que junto al primer punto, deriva en una brecha de 100 horas semanales trabajadas menos por las mujeres que por los hombres.
En último término, todos los puntos anteriormente abordados redundan en la ya mencionada brecha salarial entre ambos géneros.
Garantizar la igualdad salarial en un mismo puesto, medida más demandada frente a la brecha
Finalmente, entre las medidas más solicitadas por los trabajadores para hacer frente a la brecha salarial, sobresale el garantizar la igualdad salarial en un mismo puesto de trabajo. Concretamente, esta recibe un 33% de las menciones. Otra que destaca es la equiparación de las condiciones laborales y beneficios profesionales a tiempo parcial y completo (28%); o el reclutar mujeres en ámbitos donde la presencia femenina está subrepresentada (17%).